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"Castro me ha ayudado mucho en mi carrera por no morirse"

Enrique Meneses, el "padre" del periodismo gráfico español, anima a los informadores a "levantarse cuando fracasan", y a curtirse como "freelances".

LOLA TALAVERA / LA VERDAD DE MURCIA

Tiene 82 años y se come “las uñas” por no estar viviendo, en sus propias carnes, el conflicto de Siria o no haber podido ir a Libia antes de la muerte de Gadafi. Enrique Meneses ha sido corresponsal de Oriente Medio y la India, director del programa ‘A toda plana’ de TVE y director de la edición de Playboy en España, por mencionar algunos de sus muchos cargos.

Fue el único periodista español que presenció la marcha en Washington de Martin Luther King cuando pronunció su famoso discurso ‘I have a dream’, estuvo en La Casa Blanca para cubrir el asesinato de Kennedy y su último reportaje se desarrolló en Sarajevo. Es fotoperiodista, escritor, editor, aventurero, reportero. Su extenso currículum comenzó cuando tenía 17 años y se desplazó de Madrid hasta Linares para entrevistar al doctor Jiménez Guinea, el cirujano que intentaba salvar la vida del torero Manolete. “El taxi me costó 450 pesetas, y me pagaron 125. Ya en aquella época se cobraba mal”, recuerda.

Aunque estudió Derecho, su vocación era el periodismo. Meneses recuerda que a los 23 años tenía un puestazo en la revista Selecciones del Reader’s, donde cobraba 14.000 pesetas; sin embargo, prefirió montarse “en un carguero francés que salía de Marsella para Alejandría y no volver hasta no haber alcanzado el éxito”.

Pero como dice el periodista, “el reportaje de tu vida te llega, no puedes buscarlo”. Y él lo encontró, “por casualidad”, cuando estuvo en Sierra Maestra con Fidel castro y ‘el Che’ durante la revolución cubana. Sus fotos dieron la vuelta al mundo. Confiesa que “si Castro se hubiera muerto dos meses después, las cabeceras del Paris Match habrían servido para envolver pescado en algún puerto de mar”. Meneses, que sacó las imágenes de Cuba escondidas en las enaguas de una chica, ironiza con que “Fidel me ha ayudado mucho por no morirse”.

No obstante, el reconocimiento no sólo es fruto del azar. Meneses sabe francés, inglés, italiano, portugués y “el árabe de la calle”. Confiesa que él no ha aprendido en ninguna universidad. Se desespera con los estudiantes de hoy: “¡Les falta salir a la calle!”. El escritor, que esta tarde intervendrá en la presentación del libro Fotoperiodistas de guerra españoles en el Aula de la CAM, se enorgullece de haber “aprendido siendo ‘freelance’“, y asegura que es el futuro, tal y como están los medios de comunicación. Defiende que “todo aquel periodista, médico o ingeniero que quiera ser alguien, tiene que empezar a escribir su biografía desde jovencito”. Meneses manifiesta con rabia que “cualquiera tiene una tarjeta de crédito para comprarse ropa de marca, pero no para adquirir un billete e irse a Beirut a elaborar un reportaje”.

«Soy un bicho raro»

Cuando una chica quiso hacer prácticas con él, le preguntó cuáles eran sus aspiraciones en la vida y ella contestó que terminar la carrera, casarse y tener hijos. “Le recomendé que dejara esto”, sentencia. No entiende cómo la rutina del “trabajo, la comida y el baño de los niños no acaba destrozando los nervios de la gente o haciéndoles envejecer”. Él nunca ha querido seguridad, le aburre. Sin embargo ha tenido dos esposas: la primera, con quien tuvo a su hija Bárbara, y la segunda, francesa, con la que se casó un año después de enviudar.

El reportero desvela que el secreto para conciliar su vida laboral y familiar ha sido convertir a sus mujeres en periodistas. Ha trasladado su pasión a ellas y a alguno de sus hijos, a quienes ha enseñado a “ser débiles con los débiles y fuertes con los fuertes” porque no cree en la imparcialidad, aunque sea lo que se enseña en las facultades. La educación de sus dos hijas y su hijo, que hablan cuatro idiomas, ha sido excepcional. Nunca recibieron paga semanal, “se procuraban el dinero de sus vicios”, incluso han ordeñado vacas o trabajado en Disneyland para pagar sus estudios en EE UU.

Su última mujer, Annick Duval, con la que estuvo 27 años, fue la editora de la revista Aventura. Es una apasionada de los viajes, pero él no ha podido acompañarle durante los últimos años, por eso decidió separarse. “Cuando quieres a una persona deseas su felicidad”. Hoy Annick tiene novio y son buenos amigos. “Sé que soy muy duro conmigo mismo, un bicho raro”.

Después de más de 60 años de profesión está creando una fundación para que los jóvenes se formen y hagan los reportajes donde deseen. Los fondos son fruto de la venta de las fotografías que él gestiona por Internet. A pesar de estar en una silla de ruedas y de necesitar oxígeno durante 24 horas al día, el hombre que nunca ha tenido miedo durante las seis guerras que ha vivido continúa afirmando que “la vida es vencer obstáculos”.

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