
El comisionado de Transparencia y Acceso a la Información Pública, el periodista Daniel Cerdán, tomó este viernes posesión de su cargo con un emotivo y «entrañable» discurso en el que defendió la ley canaria de Transparencia porque «ata en corto» a políticos y funcionarios si no cumplen sus obligaciones.
En un discurso muy personal con varias referencias al expresidente del Gobierno de Canarias, Adán Martín, de quien fue asesor en el Cabildo de Tenerife y el Ejecutivo, ha señalado que su nombramiento para los próximos cinco años es un «punto de inflexión» en su carrera que de alguna manera, «completa» su trayectoria de 20 años en el servicio público.
Cerdán ha comentado que gracias a su trabajo en la administración, aprendió que funcionarios y políticos «son humanos y no supermanes», con aciertos y equivocaciones, y ha avanzado que en su ejercicio como comisionado, tendrá presente la «ejemplaridad» que desprendía Adán Martín, una «referencia constante» en su vida.
Lo ha descrito como un «maestro de la empatía», que utilizaba como «arma de construcción masiva». De hecho, ha destacado «su capacidad para ponerse en el lugar de todos, unir cabos, y hallar mínimos comunes denominadores que convertía en máximos comunes múltiplos».
Sobre la Ley de Transparencia, ha dicho que está «a la vanguardia» en España y Europa, y ha reconocido el trabajo realizado por la Consejería de Presidencia de Francisco Hernández Spínola (PSOE) con un proceso de participación ciudadana que permitió recoger casi 3.000 aportaciones. «Es una ley pegada al suelo, que amplía las obligaciones informativas de la ley estatal», ha comentado.
Acerca de su aplicación en la próxima Legislatura, ha advertido de que tiene «plazos muy cortos» para activar los más de 100 portales de transparencia.
«Si no acertamos en los próximos seis meses a construir un armazón coherente de los portales y procedimientos de reclamación informativa del sistema de transparencia de Canarias, será muy difícil después reconducir la dispersión y el descontrol de 97 reinos de taifas de la transparencia», ha indicado.
Cerdán ha prometido «darlo todo» en el cargo, incidiendo en la «alta responsabilidad» que le otorga el apoyo unánime a su nombramiento. «Estamos en el inicio de un camino. No hay soluciones milagreras: hay por delante trabajo, sudor y lágrimas, sí, pero lágrimas de alegría por el conocimiento crecientemente compartido», ha apuntado.
El presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, ha valorado la ley canaria de Transparencia como ejemplo «de abajo a arriba» que además, fue aprobada por unanimidad, siendo una «ley de todos y para todos».
Ha defendido que es el texto «más avanzado» de España basado en el «consenso» y el «rigor», y cree que será una buena herramienta para atender la demanda de los ciudadanos de «honestidad y ejemplaridad», que su juicio, pasa también por «acercar y abrir» las instituciones a la sociedad.
Rivero ha destacado la «impecable trayectoria» de Cerdán y ha considerado un «acierto» su elección por parte del Parlamento, ya que «revertirá» en el mejor funcionamiento del autogobierno de las islas y la democracia.
Una inflexión en mi vida, que mira al pasado y al futuro
«Primero gracias, gracias por estar aquí. Su presencia me intimida un poco y me alegra a un tiempo. Me alegra mucho.
Porque nunca pensé en que iba a convocar a tantos amigos en un acto en apariencia puramente protocolario; pero que uds., con su presencia [ya presentida ayer por sus confirmaciones] lo convierten en otra cosa: lo convierten en un momento entrañable. Un momento para recordar.
Lo convierten en un encuentro que, a un tiempo, se dirige al pasado y alfuturo.
Al pasado porque -los presentí ayer y lo siento hoy- son instantes que nos refrescan lo mejor de nuestro tiempo en común.
Y al futuro, porque recordaremos el día de hoy como un día feliz , muy feliz, que todos uds. me regalan con su su simple y sencilla presencia.
Además de un momento feliz, quiero que sepan que es un punto de inflexión importante en mi vida.
Un punto que no cierra ningún ciclo ni reabre otro.
No. Es un punto que completa un círculo vital y profesional en el servicio público, en parte interrumpido durante los últimos años.
Un circulo vital y profesional que arrancó casi por casualidad cuando comencé en la función pública hace 28 años.
Llegue a ella para estar cuatro años; pensando en volver al periódico El Día/Jornada del que salí.
Y no pasaron 4: habían pasado 20 años cuando en 2007 volví al ejercicio privado.
Descubrí con el tiempo que el servicio público no era la perdida de la independencia profesional que uno podía suponer entonces, en 1987. Fue una oportunidad para tener otro tipo de autonomía: no tanto para contar/informar sobre el interés general como para trabajar directamente en su búsqueda.
Dos perspectivas diferentes: ricas, interesantes ambas.
Fue una experiencia enriquecedora brutal los doce años en el Cabildo de Tenerife (que tantas caras de uds. me recuerdan hoy) y los ocho siguientes en el Gobierno de Canarias y en la RTVC.
Aprendí a ver las cosas de otro modo al otro lado de la barrera informativa. Y a entender las limitaciones que el sector público tiene para atender con escasos recursos a demandas ilimitadas. Y aprendí que los funcionarios y políticos son humanos y no supermanes. Y que se equivocan y aciertan como cualquier mortal.
Pero nada se puede entender en mi trayectoria sin el hombre que en 1987 me fichó como jefe de prensa primero y como jefe de gabinete cuatro años después, al descubrir que podíamos acertar y equivocarnos juntos haciéndolo casi siempre bien en ambos casos.
Nada puedo entender cuando miro a mi pasado profesional sin reconocer el nombre y la figura de Adán Martín.
Nada puedo entender de quién soy como persona y como hombre sin apelar al nombre de Antonio Cerdán, mi padre, un humilde labrador del que aprendí lo más importante de la vida y de la tierra.
Y nada puedo entender del sentido último de mi vida en el mundo sin Berta, la mujer que quiero, a cuyo lado camino, la que alienta mis mejores acciones, la que está al quite de mis caídas y errores y la auténtica modeladora de dos hijos que nos enorgullecen a ambos, Diego y Carla, hoy trabajando en el extranjero.
Mas en lo profesional, en lo público, Adán Martín es una referencia constante en mi vida. Y no por ser un cansino y pesado, que sí, que lo soy.
Sino porque es inevitable que una ejemplaridad tan potente [en lo personal y en lo publico] te acompañe siempre. Porque nada tienen que ver las huellas que dejó en cada rincón de Tenerife y de Canarias con las que imprimió en el corazón de los que lo disfrutamos muy a menudo.
Ambos, Adán y yo, nacimos bajo el signo de Libra, dudantes por naturaleza. [indecisos para los que siempre lo tienen todo claro]
Y, muchas veces, ante una disyuntiva que se presenta difícil me pregunto:
¿Qué haría Adán?
Y es entonces cuando, entrando en su cabeza, hallo no tanto las soluciones como el estilo y el camino para encontrarlas.
Adán Martín era y es, pues, un hombre que se crecía [y crece en mi interior] que se crecía y crecía cuanto más daba, cuanto más se desprendía de sus conocimientos, de sus análisis, de sus planes, con esa capacidad suya para ser todo un maestro de la empatía. Bien sabía aquello de que el conocimiento no se pierde cuando se entrega. Por el contrario, se multiplica cuando se comparte. Y compartió mucho, mucho.
La empatía: esa fue su arma de construcción masiva cuando apenas conocíamos esa palabra. Su capacidad para ponerse en el lugar de todos, unir cabos, y hallar mínimos comunes denominadores que convertía en máximos comunes múltiplos.
Hoy, en la que fue su casa y su penúltima estancia, tenía la necesidad de decirlo alto y claro. Porque la memoria , como la ternura, hay que cultivarla a menudo para que sea viva y auténtica.
No me gusta mucho hablar de lo que hice o no hice, sino es para analizar y distinguir errores y aciertos.
Me gusta más hablar de lo que hicimos juntos o compartí con otros, de lo que viví y disfruté al lado de personas con las que he tenido la inmensa suerte de caminar en diferentes trayectos de mi vida. Les hablaré de cuatro más.
Con pocas personas he discutido y batallado tanto, por las buenas o a cara de perro, como con Pilar Parejo; para acabar casi siempre sintiéndome ganador en mi derrota; o para acabar dejándole que ganará por mi: que es lo que dos amigos hacen para ganar los dos siempre.
Y a nadie he conocido con más instinto político que Ani Oramas: ese instinto que resulta de combinar el sentido práctico puramente femenino con una capacidad innata para saber distinguir muy pronto, antes que nadie, lo posible de lo inviable; y anticiparse así, dos pasos por delante de la realidad, al futuro.
Y al poco de llegar a Canarias me topé con un tipo tan soberbiamente insolente, tan atrevido, tan confiado en su propio saber y capacidad como para no tener ningún miedo (que diría la cantante Cecilia) a ser el novio en las bodas, el niño en los bautizos y el muerto en los entierros. Sabía mas que nadie y tenía que demostrarlo, cual cuñado experto.
Ese hombre, con el paso del tiempo, no llegó a ser mi cuñado, pero si llegó a saber a los 50 todo lo que decía saber a los 25. Eso es lo que tenemos los periodistas, que decimos las cosas que ocurrirán y las que no ocurrirán; pero no sabemos precisar cuando.
Ese hombre y yo nos fuimos adaptando y adoptando poco a poco. Y ahora, mi hermano Paco Pomares, se ha despojado de los prejuicios de juventud, volvió como estudiante a la Universidad a la vez que sus hijas, mis ahijadas, y desde esta semana [curiosa coincidencia] va a ejercer de nuevo profesor de Periodismo en la Universidad de La Laguna y va a escribir a diario en El Día: en esa casa a la que yo pensaba, hace 28 años, mira por dónde, que iba a volver un día.
Y cuatro, Pedro Pacheco: un combinado de discrección, humanidad, humor y fundamento: el compañero y amigo al que he conseguido engañar para que me acompañe en esta nueva aventura, para que me aporte su formidable experiencia y frene mis errores. Gracias Pedro.
Pilar, Ani, Paco y Pedro son la referencia y representación de un largo equipo de hombres y mujeres, compañeros y amigos (muchos de ellos aquí presentes) a los que me van a permitir que apunte solo con la mirada durante unos segundos. Porque abrazándolos con mi mirada a todos es imposible que me olvide del nombre de ninguno.
Solo unos segundos.
Y se dirán… ¿pero qué está contando este hombre ? ¿No habíamos venido aquí a hablar de algo tan importante como el Comisionado de la Transparencia? ¿No íbamos a salir de aquí como apóstoles de la rendición de cuentas, plenamente convencidos de la capacidad regeneradora de la transparencia?
Vale, no he hablado del Comisionado, pero no podrán decir que no he sido transparente, que no he desnudado un poco mis afectos y descubierto así lo que soy antes de lo que ha de ser mi mandato en los próximos cinco años.
Además, está a su disposición aquí este libro con la Ley Canaria de Transparencia y Acceso a la Información Pública en el que rápidamente pueden ojear cual será mi catecismo y mi hoja de ruta del futuro.
La ley, esta Ley. Es de justicia reconocer aquí el trabajo en equipo liderado por el consejero Francisco Hernández Spinola para presentar al Parlamento una norma que está a la vanguardia española y europea, en calidad técnica y en ambición informativa.
Una norma construida con más participación que ninguna otra de las nueve autonómicas y una estatal aprobadas en España, tras un proceso itinerante por todas las islas que pilotó el director general de Participación Ciudadana, Teófilo González, para recoger 2.950 aportaciones.
Por eso es una ley pegada al suelo, que amplía las obligaciones informativas de la ley estatal. Y ata mucho más en corto la responsabilidad de funcionarios y políticos si no cumplen con sus obligaciones. Genera una autoridad independiente, el Comisionado, con unos requisitos de elección más exigentes que ninguna otra.
Esa ley fue enriquecida en el Parlamento por los diputados ponentes que la enmendaron y negociaron: Emilio Moreno, Marisa Zamora, Francisco Manuel Fajardo y Pedro Justo Brito. He de darles las gracias porque hicieron un magnifico trabajo en construir esta nueva herramienta para la libertad, la transparencia y el libre acceso a la información.
Herramienta que está siendo ya desarrollada y afilada por la Presidencia y Mesa del Parlamento, porque impone unos plazos muy cortos para activar los más de cien portales de transparencia a lo largo de este año. Si no acertamos en los próximos seis meses a construir un armazón coherente de los portales y procedimientos de reclamación informativa del sistema de transparencia de Canarias será muy difícil después reconducir la dispersión y el descontrol de 97 reinos de taifas de la transparencia.
Me consta que el presidente Antonio Castro, los miembros de la Mesa Cristina Tavío, Águeda Montelongo, Julio Cruz y José Miguel González siguen rematando los últimos flecos que permitirán activar el Comisionado de la Transparencia de forma eficiente y efectiva. He de darles las gracias por ello , así como agradecer la colaboración hallada en la Consejería de la Presidencia.
Y por fin, llego a la segunda de las nueve partes en que tenia estructurada esta breve exposición:
Segunda: Gracias por confiar en mi: Pocas veces vemos a los tres grandes partidos de esta tierra CC, PP y PSOE ponerse de acuerdo sobre una sola persona, sin repartirse cuotas ni negociar contraprestaciones. Ese es mi potente y orgulloso activo y, al tiempo, mi alta responsabilidad para estar a la altura de la casi unánime confianza depositada.
Tercera: No soy ni el mejor ni el peor; pero sí un hombre dispuesto a darlo todo por esta tierra de acogida, en la que no nací pero que elegí para vivir y morir hace ya 36 años.
Cuarta: Nada es gratis: Necesito su energía, su apoyo, sus críticas, sus sugerencias. Antes era un peligro al aparato. Ahora pueden llegar a mi por todas las vías digitales y asíncronas posibles. No teman.
Quinta: Tendré que pisar algunos callos: Si la transparencia y el gobierno abierto cayeran beatíficamente del cielo, no haría falta la Ley ni el Comisionado. Nunca será con acritud ni parcialidad, se lo aseguro.
Sexta: La transparencia es un medio. El conocimiento es el fin. El sistema educativo no acaba a los 16 o a los veintitantos. Y no descansa solo en los poderes públicos, sino en nuestra propia responsabilidad para ser ciudadanos dueños de nuestro destino, desde un conocimiento cierto, actualizado cada día. Y eso cuesta.
Séptima: Estamos en el inicio de un camino. No hay soluciones milagreras: hay por delante trabajo, sudor y lágrimas… sí; pero lágrimas de alegría por el conocimiento crecientemente compartido.
Octava: Si la caridad empieza por uno mismo, la transparencia empieza por una mayor apertura individual y una mayor tolerancia ante los datos y las razones del otro.
Y déjenme que me guarde la novena para el final.
Déjenme que dentro de la octava haga la propia apertura de mi corazón con los versos del último poema que escribí para dar la bienvenida a este año, cuando no podía imaginar este momento:
Hey, Nosotros:
¡Desperecémonos!
Abajo las legañas que nos callan:
Fundemos el tiempo de lo nuestro.
Hey, Nosotros!
¡Felices días nuevos!
Hey, Nosotros:
¡Desperecémonos!
Nos queda poco tiempo
y muchos días nuestros.
Y novena: Gracias por venir, por estar, por ser.
Hoy, aquí, ahora, me siento el hombre más y mejor acompañado de mundo.
FUENTE: CANARIAS AHORA