
ANTONIO FRANCO / EL PERIÓDICO
Jordi Évole es uno de mis periodistas favoritos. Merece mi respeto porque me recuerda, en actitud y eficacia, en la voluntad de proporcionar lo que quieren saber los ciudadanos, a los mejores profesionales de la Transición. Tiene tanta picardía como ética, dos elementos que definen a los grandes entrevistadores. Consigue crear una relación bilateral de franqueza que juega a favor de la sinceridad. Sabe preguntar y, lo más difícil, aguanta ante los silencios que provocan las cuestiones en las que el entrevistado duda sobre si le conviene responder la verdad.
Creo que Pedro Sánchez le cae bien a Évole, pero quizá ignora que este periodista trabaja solo para la gente de la calle, prescindiendo de sus propias simpatías. Con oficio, le sacó a Sánchez cosas que probablemente no quería decir tan abiertamente, quizá porque varias de ellas incluso las negó explícitamente cuando era secretario general del PSOE.
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