Los medios tradicionales hicieron un pacto con el diablo cuando recurrieron a las redes sociales y a la optimización de los motores de búsqueda para conseguir audiencias e ingresos digitales.
Contrataron a «community managers» para elevar su perfil en Facebook, Twitter, Instagram y otras redes similares. Etiquetaron sus artículos para que encabezaran los resultados de los buscadores.
El lado diabólico del trato fue que los medios éticos intentaron vender credibilidad e información verificada –hechos– dentro de un turbulento océano de emociones. En las redes sociales, los sentimientos son más importantes que los hechos. La gente quiere contar quién es y en qué cree. A las personas «les gusta» compartir lo que refuerce su visión de quiénes son y con qué están de acuerdo. Las emociones predominan sobre los hechos.
Información completa AQUÍ