
MIGUEL ÁNGEL IDÍGORAS (CUADERNOS DE PERIODISTAS)
Si algo ha dejado claro el triunfo del llamado brexit –la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE)– es que los plebiscitos populares sobre cuestiones que dividen a un país casi en partes iguales acaban siendo traumáticos incluso para quienes los ganan. En este caso, al menos, así ha sido.
Es cierto que la “cuestión europea”, entendida como el sentimiento euroescéptico que existe en el Reino Unido, se remonta en el tiempo. Son muchas y variadas las razones que han hecho que una significativa parte de la sociedad y la clase política británica haya mirado con recelo, o incluso con desdén, a los europeos del continente.
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