
HUMBERTO HERNÁNDEZ
Mal ejemplo daría yo como filólogo interesado por el estudio científico del lenguaje al tiempo que preocupado por su buen uso (dos facetas inseparables en nuestra labor, la descriptiva y la normativa), si manifestándome contrario a uno de los principios de toda lengua viva, como es su carácter dinámico y mutable, me dedicara a pontificar, con actitudes de anacrónico académico dieciochesco, acerca de lo correcto o lo incorrecto de ciertos usos contrariando la indiscutible y soberana autoridad sobre el idioma de quienes son sus legítimos propietarios, sus usuarios: hablantes en general, escritores, periodistas?
Si bien, a veces, con una bienintencionada intervención, intentamos recoger, cual notarios, el sentir mayoritario para que, convertido en forma de recomendaciones y propuestas, sirvan para facilitar la codificación y la descodificación de la ingente cantidad de mensajes que nos intercambiamos desde los más distantes lugares del idioma y en las más variadas situaciones comunicativas.
TEXTO COMPLETO AQUÍ