
SALVADOR GARCÍA LLANOS
El anuncio hecho días pasados por el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, pone de relieve que hay otro virus y hay otra pandemia que se expande en paralelo a la que padece la humanidad. Anticipa que la ONU tomará la iniciativa con el fin de “inundar Internet de datos y ciencia, mientras contrarrestamos el creciente azote de la desinformación, un veneno que está poniendo incluso más vidas en riesgo”, en plena crisis sanitaria.
Que tomen nota los ultra, los fundamentalistas incontrolados, los intoxicadores, los odiadores impunes y los que ponen en circulación toda suerte de patrañas, bulos y deformaciones tratando acentuar y aprovecharse del desconcierto y del temor de muchísimas personas, preocupadas en no padecer las consecuencias del virus y recibir la asistencia sanitaria adecuada. Que hagan caso quienes se aprovechan de las circunstancias para revolver y pervertir otros fines, produciendo, de paso, una animadversión y un encono entre la sociedad (en España, al menos) difícil de sobrellevar.
Guterres es concluyente al afirmar que estamos ante “una peligrosa pandemia de desinformación”. Sus palabras suenan rotundas: “Mientras esta pandemia se extiende, los consejos perjudiciales para la salud y los remedios para todo están proliferando, las mentiras llenan las ondas, salvajes teorías de la conspiración están infectado Internet y el odio se vuelve viral, estigmatizando y vilipendiando a personas y grupos. El mundo debe unirse también contra esta enfermedad”.
Muy dañina, claro que sí, hasta el punto de que la aplicación Whatsapp haya tenido que limitar el reenvío de mensajes para impedir la difusión de bulos y paparruchas. De inmediato, los medios y periodistas que verifican contenidos y ponen en evidencia las informaciones falsas se han convertido en uno de los soportes incómodos para políticos y organizaciones que basan sus mensajes a la ciudadanía en datos falsos, en mentira pura y dura o información no contrastada. En esto también se ha notado el bajo nivel de gobernantes y la instrumentalización perversa que hacen de los soportes de comunicación.
Hasta Guterres alude a esta deriva mencionando en su mensaje a los periodistas que “están verificando la montaña de historias engañosas y publicaciones en redes sociales”, a las que hace un llamamiento para “exterminar el odio y las afirmaciones dañinas sobre el COVID 19”.
La definición del secretario general de la ONU, por sí misma, asusta y debemos todos tenerla en cuenta: el azote de la desinformación.