
EL PAÍS
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicado el pasado jueves, planteó una pregunta que ha creado una gran polémica al sugerir la posibilidad de renunciar a la libertad de expresión para luchar contra la expansión de bulos. Pero la controversia es mucho más profunda.
La alusión del CIS a consultar solo “fuentes oficiales” en la información sobre la pandemia de coronavirus, una recomendación muy recurrente en la lucha contra la desinformación, resta al periodismo su papel de verificar las informaciones que difunden tanto los poderes políticos como las instituciones públicas o internacionales.
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