
SANDRA VÁREZ / ALFA Y OMEGA
En 1989, Erwin Frenkel, director de The Jerusalem Post, dimite junto a 30 periodistas más por la intromisión del nuevo propietario en la línea editorial. En su despedida hace un alegato por la integridad y la esencia del periodismo, que define como “una tarea de juicio social sobre el torrente de sucesos diarios”, de los que el periodista “arranca los que son merecedores del interés público para informar de ellos como testigo honesto, convencido de que esta información es esencial para ayudar a la sociedad a encaminarse lo mejor posible, lo que supone también un compromiso con su integridad”.
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