
JUAN CARLOS LAVIANA / THEOBJECTIVE
Las series de televisión se han convertido en la principal fuente de ocio cultural. Como la literatura y el cine, buscan inspiración en la vida real. No hay mayor reclamo que el “basado en hechos reales”. Tanto en la película Fargo (Joel Coen, 1996) como en la posterior miniserie del mismo título (2014), se utilizaba con ironía la fórmula. “Esta es una historia real. Por petición de los supervivientes, los nombres han sido cambiados. Por respeto a los muertos, el resto ha sido contado exactamente tal y como ocurrió”.
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