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Presentado en Los Realejos el libro ‘Restos de un rosario’, de Graciliana Amador

El presidente de la APT, Salvador García Llanos, glosó en la Casa de la Parra el nuevo volumen de la escritora lagunera.
Un momento del acto de presentación de ‘Restos de un rosario’.
Un momento del acto de presentación de ‘Restos de un rosario’.

APT

Una persona inquieta por naturaleza, como se autodefine Graciliana Montelongo Amador (San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1962), preocupada por los problemas ajenos y globales, siempre dispuesta a tender la mano al prójimo, hace ese ejercicio exprimiendo la imaginación, el otro gran factor, indispensable, para plasmar las situaciones que concibió fruto de una lectura, de la visión que acaso circule como un flash, de una lectura sosegada… o quien sabe si de una vivencia, más o menos fugaz, que va dotando de un desarrollo cabal y consecuente.

Ahí es donde se aprecia el valor de la escritura de Graciliana, donde discierne con propiedad la realidad de lo que pudo ser o discurrió. Ahí aparece, con su proverbial discreción, en Restos de un rosario, trece relatos de misterio y terror, que atraen, en primer término, por su sencillez. Y luego, por su llamativa prosa descriptiva, denominador común –además de la atinada secuencia- desde la primera hasta el final de las páginas.

El tomo fue presentado el pasado miércoles en la Casa de la Parra, una de las dotaciones culturales de Los Realejos, con asistencia del alcalde, Adolfo González Pérez-Siverio; del presidente de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz de Tenerife (APT), Salvador García Llanos; y de la propia autora, Graciliana Montelongo Amador (San Cristóbal de La Laguna, 1962).

García afirmó que este libro Montelongo va descubriendo “los ambientes tétricos y tenebrosos que conforman una atmósfera envolvente que obliga a llegar al final de cada relato, para saber qué pasa. Su estilo propicia la continuidad de la obra, mejor dicho, del misterio que se desarrolla con mucha naturalidad, sin estridencias ni exageraciones ni imposibles físicos. Con oraciones cortas, breves, facilita la lectura y alimenta el espíritu de los enigmas que va concatenando para inyectar, con ritmos adecuados, las dosis que sustancian sus textos”.

Añadió que Graciliana Montelongo incursiona en la geografía por donde discurre su vida. “Y su descripción hace que se detenga en lugares que resultan familiares, sin perjuicio de las alusiones a personajes y amistades que, en algunos casos, son muy conocidos. Afina con precisión, acaso para impregnar de más realismo aún la sucesión que va desmenuzando. ‘La vida huía de él’, escribe en Una carta para recordar, una manera de expresar los estertores del protagonista de un suceso en los Llanos de Aridane (La Palma)”.

“Se podrá decir –concluyó García– que la escritora se obsesiona con los ojos, tal analiza –hasta llegar a lo macabro, queriendo participar de la fealdad de la muerte y de la repulsión que ésta puede causar– en los episodios titulados El depositario de ojos y Los que sustentan de ojos. Pero no. Es una concesión al realismo, la que también se contrasta en los otros sucesos que va desgranando”.

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