
EL MUNDO
Son tiempos difíciles para la democracia liberal. Allá donde miremos aparecen amenazas interrelacionadas: populismo, nacionalismo identitario, iliberalismo. Pero posiblemente ninguno de estos retos es hoy tan insidioso como la desinformación, su proliferación y efecto desestabilizador para la sociedad abierta. Impulsado por las redes sociales y manipulado por poderes extranjeros hostiles, el uso de información falsa, de información engañosa, exacerba las divisiones sociales y genera desconfianza. Combatir eficazmente la desinformación es además de táctica, cuestión de estrategia. Requiere tanto una respuesta contundente contra las fuentes externas y los transmisores, como el robustecimiento de la resiliencia interior.
Texto completo AQUÍ