
ESTEBAN MAGNANI / PÁGINA12
Más allá de las promocionadas (y poco creíbles) alertas sobre los riesgos de que alguna inteligencia artificial (IA) decida terminar con la humanidad, otros efectos de esta nueva tecnología ya pueden verse.
Uno de ellos es la devaluación brutal que ha sufrido la producción de textos de una calidad y verosimilitud razonables: como ha podido comprobar cualquier usuario de ChatGPT, producir contenido escrito puede llevar solo unos segundos. Así es que se pueden producir cientos de notas periodísticas, ensayos o e-mails de príncipes nigerianos solicitando un favorcito sin transpirar demasiado.
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