
ANDRÉS CHAVES /DIARIO DE AVISOS
La charla en Los Limoneros con el profesor Humberto Hernández (La Guaira, 1951) me sirvió para varias cosas, entre ellas para certificar su humildad y su brillantez, para constatar que he sido injusto con él a lo largo de los tiempos y para conocer a un hombre afable, con una trayectoria académica que sonroja. Él mismo dice que padece el síndrome del impostor y que rechaza hablar de su currículo, que lo consulte en cualquier web. Dos centenares de publicaciones, director de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado, catedrático de Universidad en el área de Lengua Española, diez años decano de la Facultad de Ciencias de la Información y actualmente presidente de la Academia Canaria de la Lengua. Humberto, en su discurso de ingreso en la Academia, dio una lección magistral a los periodistas, a los que ha sometido a un marcaje implacable, incluso en lo fónico, incluida la afirmación de que nuestro seseo no debe ser corregido. Fue mi propuesta personal desde que entré en Televisión Española en 1971, donde me negué a “hablar godo” como hacían otros compañeros más sumisos ante la norma castellana. Me he leído ese discurso y es espléndido, orientativo, claro y hasta amable con quienes, en mayor o menor medida, destrozan –¿destrozamos?– la lengua cada día. Esta introducción sobre el autor del Libro de Estilo de la Radiotelevisión Canaria podría ser mucho más larga, pero la he acortado adrede para estirar sus respuestas, tan interesantes.
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