Inicio | 2015 | “Hay que repensar el periodismo desde los contenidos”

“Hay que repensar el periodismo desde los contenidos”

El vicerrector de la Universidad de Navarra dicta una conferencia en Honduras, donde comparte su visión de la comunicación y el papel de los periodistas.
Juan Manuel Mora
Juan Manuel Mora, vicerrector de la Universidad de Navarra

GLENDA ESTRADA

El mundo vive un nuevo escenario en el que todos tienen acceso a todo y en el cual los periodistas (intermediarios) ya no son el único camino de la comunicación o el canal obligatorio de la información. Un escenario en el cual el periodista está obligado a reinventarse y a repensar el periodismo desde los contenidos, no desde la técnica, sino desde la inteligencia.

Y preparase para iniciar una búsqueda de los porqués y no de los qué, sin olvidarse de dos palabras fundamentales: credibilidad y transparencia.

Estas y otras reflexiones compartió en una entrevista con El Heraldo el vicerrector de Comunicación de la Universidad de Navarra, España, Juan Manuel Mora, quien visitó Tegucigalpa para dictar la conferencia “El papa Francisco y la comunicación de la fe”. Mora, quien fue invitado por el Opus Dei en el marco de su 35 aniversario de presencia en Honduras, compartió sus experiencias basadas en los mensajes del pontífice en cada homilía o en cada intervención ante los medios, en una frase “para comunicar la fe, hacen falta dos cosas: conocer la fe y saber comunicar”.

El también periodista y autor de libros como “El futuro de la comunicación” (2014) resumió las enseñanzas del Papa en una iglesia en salida, pobre para los pobres, que debe volver a lo esencial, con un lenguaje diferente, teniendo como misión la evangelización con alegría.

Aquí parte de lo que compartió con El Heraldo sobre la comunicación, los periodistas y los medios.

¿Cuál es el momento que vive la comunicación en el mundo actual?

Alguien dijo una frase: “No estamos ante una época de cambio, sino ante un cambio de época”. La comunicación ha sufrido una mutación muy importante en los últimos 20 años, desde mediados de los 90 cuando se generalizaron las nuevas tecnologías, los nuevos canales y luego vinieron los blogs, las redes… Ahora la comunicación es abierta, todo el mundo tiene acceso a todo. Los intermediarios (los periodistas o comunicadores) ya no son el único camino de la comunicación. Antes se podía sobrevivir sin una clara disposición de apertura hacia la comunicación, ahora no es posible porque la gente exige mucho, sabe mucho y las organizaciones y las personas tienen que cambiar.

Eso lo estamos viendo con los populismos que han surgido en el sur de Europa, en Grecia, España, Italia… creo que expresan muy bien lo que está pasando, en el sentido de que ahora toda esa gente se ha constituido alrededor de redes sociales, asambleas, movimientos, no como antes, un libro que un ideólogo escribía y que la gente leía y transmitía al pueblo después.

Creo que ahora se ha formado más de abajo hacia arriba, una mutación que mucha gente no está entendiendo. Están aplicando métodos antiguos a la situación nueva y no es acertado, porque no han entendido que ahora hay que hacer las cosas de otro modo. Hoy la palabra transparencia es un requisito fundamental para la convivencia social. Es un cambio de escenario que implica esta forma nueva de comunicarnos entre nosotros. El momento que vivimos implica que los mediadores, o sea nosotros los periodistas, entendamos el nuevo escenario, que ya no somos el canal obligatorio de la información pública.

¿Cuál es el papel que deben jugar los periodistas y los medios de comunicación frente a una competencia tan fuerte como las redes sociales?

Yo pienso que el periodista tiene que cambiar su perspectiva. El periodismo es el contenido y por tanto debería el periodismo repensarse y ver cómo, sin renunciar a su emisión por televisión, radio o escrito, integra los canales en sus contenidos.

¿Por qué no puede un periodista dar una noticia en Twitter?, pregunto.

Hay que repensar el periodismo desde los contenidos, no desde la técnica, sino desde la inteligencia, es decir el periodista es completamente imprescindible en nuestro mundo porque el mundo de la comunicación abierta en que vivimos también es un mundo de mucha apariencia, mucha mentira, mucho engaño.

El periodista es la mirada inteligente y crítica sobre la sociedad y su conjunto, es un espejo, que tiene que ser libre e independiente de los intereses económicos, políticos y religiosos y que tiene que seguir los estándares de equidad, justicia, libertad y transparencia, ser como el valedor. No me gusta lo del cuarto poder, porque creo que si el periodismo ya es un poder es porque se ha corrompido y querrá imponer su poder sobre nosotros.

Al impacto, a lo instantáneo que ocurre en el mundo digital se parece más a la publicidad que al periodismo, nunca hemos hablado en el periodismo de impacto informativo, porque el periodismo es contexto en la historia, en el espacio, en el tiempo, con los valores que una sociedad debe compartir, eso es periodismo. El reto del periodismo es convertirlo en rentable, que pueda haber ingresos, necesitamos crear una alianza entre periodistas y gente con visión empresarial que ayude a dar forma a esta profesión de manera que sea sostenible.

El periodista debe reinventarse, tiene que profesionalizarse, las organizaciones tienen que profesionalizar la comunicación.

¿Viendo esta revolución digital y la situación que viven países de Europa, Estados Unidos y hasta América Latina, cuál cree usted que es el futuro del periódico en papel?

Esa es una tendencia que es cada vez mayor y es muy parecida a lo que está pasando con los libros. Pero lo que yo no creo que tenga futuro es colocar los temas con los enfoques que están saliendo en Internet, porque digo si yo tengo aquí flashes de noticias, para qué quiero eso que ya me lo dio Internet.

Las cosas efímeras no creo que tengan futuro. Lo que yo veo son medios integrados, lo veo en nuestra universidad, hay cosas que las cuentas mejor con un video, hay otras que necesitas el audio, otras que necesitas la foto y otras que necesitas una pieza de opinión de dos páginas o infográficos que tienen gran valor para el papel.

Intuyo que deberíamos pensar qué historia quiero contar, cómo la cuento, cuál es el mejor canal. Pensarlo como si tú fueras el receptor, de esa manera aprenderíamos a saber cuáles son sus deseos.

¿Es decir que debemos aprender a leer la data, qué quiere la audiencia, sin perder la esencia del periodismo?

Todos los colegas están enfadadísimos por eso, porque tú vas a una web de un periódico y te dice el orden de las noticias más leídas y tu eres un periodista serio que estás trabajando en una noticia importante y estás al último y la foto del último biquini en la playa está primera.

Es verdad que tenemos que ver la audiencia pero tenemos que buscar algo que ofrecer a la audiencia. Hay dos aspectos, uno cualitativo y otro cuantitativo. Tú tienes que buscar en qué quieres competir, si con la foto del último biquini o en el análisis. Uno tiene que saber que la calidad no es inmediatamente masiva.

Si quieres competir en lo frívolo vas a perder, tú puedes entrar en esa dinámica, pero no lo vas a hacer tan bien como una persona sin escrúpulos que lo frívolo está dispuesto a comprarlo o a venderlo. No vayas a ese nicho porque vas a perder. Busca un nicho de calidad e intenta hacerlo rentable.

Trabajar más en los porqués y menos en los qué. Cuántos periodistas trabajan en el qué y cuántos en el por qué.

¿Qué debe hacer un medio de comunicación cuando su imagen se ve deteriorada ante las audiencias?

Nosotros en comunicación nos hemos dado cuenta que cuando hay una gran crisis de corrupción esta afecta al corrupto y el corrupto pierde la credibilidad. No es que pierda la libertad y vaya a la cárcel. A nosotros nos pasa lo mismo, si un periodista pierde la credibilidad, lo pierde todo.

El periodismo es credibilidad, no rapidez. Yo me fío porque si Glenda lo ha escrito, eso tiene que ser verdad, esa es tu fuerza, si Glenda ha escrito yo lo creo. Porque al final la calidad de lo que tú dices se suma a la credibilidad de quien lo dice. En suma, si tienes un problema tiene que planteárselo con honestidad, tiene que plantearse que la credibilidad no se recupera pasando página porque la gente lo conserva en la memoria.

Otra palabra importante para mí es la legitimidad, que es un nivel superior a la credibilidad. Yo creo que un periódico tiene que aspirar a eso, a ser una voz autorizada que cuando se pronuncia la sociedad le respeta. Tiene que hacer autocrítica interna y pensar qué hicimos bien, qué hicimos mal, si se volviera a repetir qué haríamos de nuevo diferente. Internamente se tiene que quitar las sombras. Para un profesional del periodismo estar en un medio donde no se encara la verdad y donde se espera que pase la tormenta, no es motivador.

¿Qué papel juega un periodista cuando es parte de un medio católico?

El periodismo y la comunicación afectan las condiciones más esenciales del mundo, por tanto no tiene que estar en un lugar donde no se siente bien. Uno tiene que encontrar su media naranja, un hábitat donde pueda desarrollarme profesionalmente, pero acorde con mis convicciones. Aunque creo que en el periodismo al igual que en el cristianismo hay un principio universal que es decir la verdad, es decir que periodismo y cristianismo se llevan bien.

Se puede conseguir trabajar a gusto en un medio católico porque la religión cristiana es especialmente inclusiva, abierta, humana, acogedora, razonable, yo puedo no practicar el catolicismo y contar muy bien un congreso eucarístico porque soy honrado y cuento lo que he visto.

¿Cómo podemos desde el núcleo familiar contribuir a mejorar la comunicación?

Como profesionales deberíamos ser buenos comunicadores, pero como cristianos, quizá deberíamos ser los mejores comunicadores. Lo que debemos es cultivar el arte de escuchar y empatizar maravillosamente. Debemos quitarnos la idea de que comunicar significa hablar muy bien, escribir muy bien, expresarse muy bien. El buen comunicador sobre todo escucha bien, el buen periodista es el que escucha bien y habla poco, escribe un 1 por ciento de lo que ha oído no el que oyó 1 y escribe 10, sino el que se documenta, se entera, habla con unos, con otros. Y eso podemos decirlo también en la familia. El que mejor escucha, el que empatiza, se pone en mi lugar, aunque sea tartamudo tendrá un gran impacto en la comunicación. Eso es el arte del diálogo.

FUENTE: EL HERALDO

Compartir este contenido