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“Calle de San Francisco”, por Francisco Pimentel

Artículo publicado en 1957 en el periódico ‘El Día’ por Francisco Pimentel en el que escribe de la calle en la que se encuentra la nueva sede la APT.
Calle San Francisco y Hotel Camacho en 1925.
La calle San Francisco y el desaparecido Hotel Camacho (a la derecha), en una foto de 1925.

FRANCISCO PIMENTEL

El miércoles 11 de diciembre de 1957 el periódico El Día publicaba el siguiente texto del periodista y escritor Francisco Pimentel, dentro de su columna titulada ‘Santa Cruz la Nuit’. Muchos de los que integramos la Asociación de Periodistas de Santa Cruz de Tenerife (APT) no habíamos nacido y ninguno imaginamos que la sede de nuestra entidad estaría radicada en esta popular e histórica vía santacrucera. Por eso, consideramos que el texto que reproducimos a continuación posee un gran valor emocional para nuestro colectivo, aunque fuera escrito hace más de seis décadas, en tiempos oscuros y bajo la lupa intransigente de la censura.

“Esta es una calle larga como un buen pensamiento, que ha sido monárquica y republicana, absolutista y liberal, pero por encima de todo cívica y religiosa, como un epítome de nuestra historia patria.

Calle con una antigua y clásica librería española, con tomos de Galdós y su portada bicolor, y con gentes que fueron de la generación de la polémica sobre la cultura española, año del ochenta y tantos, y allí Darío Cullen, que nos dirá de viva voz a Séneca, y allí también los Calzadilla, Pulido, los Azcárate y tantos otros. Gentes del tiempo de Menéndez Pelayo, de Revilla y de Perojo. Gente castelariana, patriótica por encima de todo, y con un claro sentido de lo insular.

Calle San Francisco en la década de 1890.
Calle San Francisco en la década de 1890.

Calle de sillones de mimbre para tomar el amplio aire fresco de las mañanas claras. Que ha tenido loritos en sus puertas con letreros chillones.

Es una calle que ha tenido siempre a plomo el sol del mediodía, con su fresco de amanecer y un velado crepúsculo que enguata sus tertulias. Calle de barberías, de grito ateneísta, de jornada patriótica, de larga soflama iluminada en las barbas patricias de Sol, cuando los tiempos de la Unión.

Calle que tiene matices suaves y delicados verdes de su plaza, con el reloj en la torre de los azulejos, que don Vicente prodigara en el multiplicador de su imaginación cuando “Los Argonautas”.

Calle liberalota y ancha, calle con Suárez Guerra en la botica ilustre y en la mismísima conversadora rebotica. Antigua Casa de Correos, con el león hispano para abrir sus fauces y convertir en español todo mensaje.

Una casa blanca de cal, isleña traza típica y una calavera emblemática, rincones de Escapulario y de Galeno. Una cúpula enorme para el Hotel Victoria, y aquí un ladrillo inglés que nos hiere la vista tan rojo.

Calle que tiende en la largura de su brazo a la concomitancia con las bocas de fuego, que se ocultan en pérgolas. Calle que se hace balcón abierto al mar y compiten sus rosas con las náuticas rosas de los mástiles.

Plaza y calle San Francisco desde el Hotel Camacho, en una imagen de Carl Norman de 1893.
Plaza y calle San Francisco desde el Hotel Camacho, en una imagen de Carl Norman de 1893.

Calle de palmeras de destilada agua fresca de culantrillos. Una imprenta y una tradición editorial para la oficial prosa burocrática. La Tipografía Benítez es hoy un banco, y antes un pabellón extraño en Santa Cruz, como de Exposición Universal muy fin de siglo. Un no sé qué de parisiense frente al barroco colonial de la portada franciscana.

Calle del progresismo, castelariana, españolísima y religiosamente envuelta en la suavísima capucha franciscana.

En la noche, calle de campanada larga en largas horas. Que nos lleva y nos trae a unas frescas Américas. Calle de papagayo, de lorito, de cactus; calle ilustre de nombres, calle de San Francisco.”

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