
ENRIQUE BETHENCOURT / CANARIAS 7
Desafortunadamente, la mentira, no la piadosa sino la masiva, planificada e interesada, es protagonista de la política y de los medios de comunicación. Por un lado, líderes sin escrúpulos que manipulan la realidad y que presentan ante la ciudadanía situaciones deformadas o alternativas políticas completamente inviables; que defienden programas electorales destinados, exclusivamente, a seducir al votante, y que saben perfectamente que nunca podrán cumplir. Por otro, periodistas que mienten, deforman u ocultan hechos en beneficio de sus patrocinadores; y hasta algunos que recurren a la extorsión como forma de acceso a privilegiadas fuentes y, sobre todo, de ilícita financiación de sus propios bolsillos.
Lo podemos observar con nitidez en los modos y maneras del electo presidente estadounidense, Donald Trump. Y en los dirigentes de los partidos populistas que crecen en la desnortada Europa sobre la base del racismo y de la xenofobia, de la explotación de los miedos e inseguridades; o, asimismo, en los promotores del Brexit con promesas que se tuvieron que engullir una vez confirmado su éxito en las urnas.
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