APM | Escuchar a Fernando Ónega es escuchar una voz familiar, una voz que nos ha acompañado durante décadas mientras nos levantábamos por la mañana o cuando necesitábamos informarnos de lo que había sucedido ya en las postrimerías de la jornada. Sintonizábamos la radio o le veíamos en la pantalla y teníamos la seguridad de que su opinión, sus crónicas, estaban siempre avaladas por un análisis meditado y por un conocimiento profundo de la realidad española; pero, sobre todo, por un trabajo honesto.
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