Antonio R. Naranjo | Ha salido en tromba la práctica totalidad del periodismo parlamentario español ondeando un editorial de El País en el que pedía civismo contra los “ultras” de la profesión, exigía la retirada de la acreditación en el Congreso y melodramatizaba sobre el deterioro de la democracia.
Es cierto que ha nacido una clase de informadores que, al calor de la crispación inducida por el Gobierno y de las bondades virales de las redes sociales, pertenece más a la categoría del activismo que a la del periodismo.